Nacho Fabiani

Dia a dia, explicaciones, pensamientos, vivencias, dudas… de un hombre que tuvo la suerte de hacerse fisioterapeuta

La voz de los sin Blog (V): Neurociencia y el manejo del dolor.

6 comentarios

En primer lugar, y ya que este es mi primer post en este admirable blog, me gustaría presentarme. Soy un “eterno estudiante” natural de un maravilloso pueblo de la comarca de la Sierra Sur sevillana, La Puebla de Cazalla. Mi andadura académica comenzó en el 2004 en la Escuela Universitaria de las Ciencias de la Salud de la Universidad de Sevilla, donde tres años más tarde me diplomé como Fisioterapeuta. Durante ese periodo conocí dos vertientes que “a la postre” serían a las que dedicaría mi vida en los siguientes años: la investigación científica y el sistema nervioso.

Neurociencia

En mi afán por seguir aprendiendo, descubrí que en la vetusta Universidad de Salamanca (vetusta porque fue fundada en 1218, ¡cuenta ya con casi 800 años de historia!) impartían un programa oficial de postgrado en Neurociencias. Ya lo tenía, para aunar mis dos grandes pasiones, tendría que “emigrar” a la vieja Castilla.

Cinco años después lo logré, conseguí mi doctorado en Neurociencias; no sin sacrificio y mucho sudor de mi desgastada frente. Antes me licencié en Antropología y también realicé  el máster en Neurociencias; esto último como parte del programa de doctorado.

La Neurociencia o ciencia que estudia el sistema nervioso es, en gran parte, esa gran desconocida. No en tanto, algunos pensamos que ésta será la ciencia del mañana, pues aún es relativamente joven y queda mucho por desentrañar. Y más si pensamos en las diversas patologías neurales que afectan a la población: desde la epilepsia a la esquizofrenia, pasando por las diversas demencias -todos hemos oído hablar en mayor o menor medida sobre la enfermedad de Alzheimer- o el propio Parkinson. Pero no hace falta que nos pongamos en lo peor para pensar en enfermedades, ¡aún ni siquiera conocemos el funcionamiento normal -o fisiología- del sistema nervioso!

Una de las acciones más asombrosas que nuestro cerebro es capaz de realizar es dar diversas respuestas ante el dolor. Tomaremos como ejemplo una situación que viví personalmente cuando apenas era un adolescente temprano (sólo contaba con 13 añitos):

«Estaba jugando en casa con mi hermano cuatro años menor que yo, con la particularidad de que estábamos solos, pues mi padre estaba trabajando y mi madre había salido sólo un momento a comprar. En el fragor de la “batalla”, mi hermano y yo rompimos el cristal enorme de una puerta de hierro forjado, con la mala suerte de que nos cayeron todos los trozos encima. Me apresuré a comprobar si mi hermano estaba bien, pues al ser el mayor, yo me sentía muy responsable por su bienestar. Anduve unos cinco minutos examinándolo de arriba abajo y preguntándole si le dolía algo, si se notaba algún corte o se percataba de algo raro. Afortunadamente sólo presentó un rasguño en la oreja, así que cuando me cercioré que él estaba bien, me di cuenta de cuál era mi estado. Sin exagerar, aquello fue una auténtica carnicería, yo me había cortado a lo largo y ancho de mi pequeño cuerpo: sangraba por la cabeza, por el abdomen, tenía un colgajo de carne en el codo, el dorso de la mano completamente abierto, exponiendo los tendones extensores de los dedos, y un largo etcétera.

Creedme que en aquel momento no sentí ningún tipo de dolor, estaba tan nervioso y tan preocupado por mi hermano y por ponerme a salvo, que a duras penas sentía la brutalidad de aquella situación. Aún imberbe, cogí a mi hermano sin dudar y nos fuimos al centro médico de urgencias en busca de auxilio. Cuando llegamos los dos aún muy niños, nos atendieron rápidamente y nos prestaron toda la asistencia que necesitábamos. Fue en ese momento cuando me pude relajar, al ver que ya la situación sí estaba bajo control y bajo estricta supervisión médica; y fue en ese momento cuando empecé a sentir uno de los dolores más fuertes y desagradables en todo el tiempo que llevo de vida.»

Obviamente en aquel momento no supe explicarme el por qué de aquella situación, cómo mi cuerpo había sido capaz de “apagar” las sensaciones desagradables y no fueron encendidas de nuevo hasta encontrarme a salvo. La Neurociencia explica hoy en día este fenómeno: ante una situación de peligro, el propio organismo activa la modalidad de estrés para intentar salvar la vida. El sistema nervioso central libera una serie de sustancias, en primer lugar catecolaminas (principalmente adrenalina) que activa el sistema nervioso simpático para aumentar la frecuencia cardiaca, contrae los vasos sanguíneos y dilata los conductos respiratorios. Todo esto nos prepara para lo que los anglosajones denominan como fight-or-flight o respuesta de lucha o huida.

Vía del dolor

Como sabemos, la transmisión nerviosa de la sensación de dolor desde la periferia al centro transcurre a través de las fibras nerviosas de tipo A delta –son fibras mielinizadas de transmisión ultrarrápida- y de las fibras de tipo C –que son fibras nerviosas no mielinizadas que transmiten la sensación de dolor de forma lenta-. Ambos tipos llegan al sistema nervioso central a través del asta posterior de la médula, y a partir de aquí se produce una cascada bioquímica de transducción que da lugar a la interpretación del dolor y en último término, a su percepción.

Durante una situación de estrés, como la que hemos retratado en nuestro ejemplo, el sistema nervioso también es capaz de bloquear de forma transitoria la conducción nerviosa a nivel del asta posterior de la médula, para evitar poner en marcha la cascada bioquímica de implementación del dolor. A nivel de la sinapsis, el sistema nervioso segrega, de forma natural, una serie de componentes orgánicos como la sustancia P, los endocannabinoides, la 5-hidroxitriptamina y otros muchos; todos ellos bloquean a los receptores diana sobre los que actuarían los neurotransmisores liberados por las fibras nerviosas de tipo A delta y C para transmitir el dolor. Esta circunstancia da al sujeto unos minutos de ventaja, libres de dolor, en los que puede salvar la vida; ya que en caso contrario, la propia sensación dolorosa nos impediría el poder ir en la búsqueda auxilio.

En estas simples pinceladas, he querido revelar someramente la complejidad fisiológica del dolor, con el objetivo de concienciar a todo el mundo sobre la dificultad a la que nos enfrentamos los profesionales de la salud cuando tomamos el desafío de intentar aliviar a un paciente de su dolor. Y este desafío es máximo cuando se trata de un dolor crónico. No obstante, la ciencia está avanzando mucho en los últimos tiempos en este sentido y, sin lugar a dudas, pronto conoceremos todos los detalles sobre la nocicepción, lo que nos dará lugar a la creación de nuevas herramientas terapéuticas que mejorarán la calidad de vida de las personas.

Ver también:

«Primum non nocere» sobre el dolor-daño en el tratamiento

Investigador Vs Actitud Investigadora ¿Todos debemos ser investigadores?

Autor

Sebastián Hormigo Muñoz. (@darksoulBroly)

Eterno estudiante. Fisioterapeuta, Licenciado en antropología y Doctor en Neurociencias. Durante sus estudios de Fisioterapia conoció dos vertientes que “a la postre” serían a las que dedicaría mi vida en los siguientes años: la investigación científica y el sistema nervioso.

6 pensamientos en “La voz de los sin Blog (V): Neurociencia y el manejo del dolor.

  1. Perdona, pero la Sustancia P produce dolor al unirse a sus receptores de Neurokinina 1, según lo dices tú produce analgesia. Revísalo!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!

  2. Hola Sebas…. existe un mecanismo adicional al que tu propones. Se denomina según los anglosajones como «stress-induced analgesia (sia)» . Dicho fenómeno (si lo podemos llamar así), se produce por que en momentos de estrés liberamos diferentes tipos de opioides: B-endorfina, Dynorfina, etc, los cuales modulan las entradas de dolor…. Abrazos y felicitaciones por el blog ¡¡

    • Hola Mauricio! Que alegría verte por aquí! Efectivamente, tienes razón en tu comentario, el mecanismo de liberación de opioides endógenos está además muy de moda en la literatura en los últimos tiempos, pero como sabes no se ha esclarecido totalmente, y hay toda una serie de segundos mensajeros que terminan por modular la respuesta al nivel bioquímico. Por cierto Mauricio, ¿que es de tu vida? Sigues en Colombia? Un abrazo enorme, amigo!

  3. Buenos días, blogueros. Voy a intentar dar una respuesta rápida desde el móvil a la pequeña polémica generada en el comentario, pues como algunos sabéis, esta semana me pilláis viajando a EEUU y me es imposible parar.
    La Sustancia P es un neuropéptido miembro de la familia de las taquicininas que actúan como ligando de los receptores metabotrópicos asociados a proteínas G. Como bien sabéis, la sustancia P (al igual que otros neuropéptidos) actúa como NEUROMODULADOR. Para que nos entendamos, proporciona un contexto bioquímico que afecta de alguna manera el efecto de otros neurotransmisores: puede apagarlo o potenciarlo. Bien es cierto que la sustancia P activa la transducción de señales que conducen al dolor, pero también es cierto que bajo ciertas circunstancias de estrés, la sustancia P implementa el efecto contrario, consiguiendo de forma transitoria la «desensibilización» (al nivel sináptico).
    De todas formas, agradezco el comentario y la verdad que genera un tipo de debate muy interesante para el método científico. Así que las críticas siempre son bienvenidas, al igual que todos los comentarios de felicitación que he recibido en Twitter, y a los nuevos followers. Muchas gracias a todos!! :))
    Pronto más….

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